jueves, 18 de octubre de 2012

Senderos de gloria - Stanley Kubrick





       Siguiendo la línea de los aspectos técnicos, recalcamos –en los comentarios- la superproducción con la cual contaba Kubrick. Esa habilidad de crear los espacios necesarios, el campo que representa la travesía de la “gloria”, los uniformes, la conglomeración de personajes secundarios…

       También, es menester mencionar el hermoso “zoom” que logra seguir la carrera de Dax (Kirk Douglas) en el campo de batalla, esa magnífica escena donde mueren más de tres cuartas partes, mirar, seguir el movimiento de la cámara (travelling) haciendo un “zoom”… vaya: magnífico.






       Siguiendo detalles de principio a fin, notamos en la trama una composición lógica, pues, sabemos está basada en un hecho real, pero, también intervienen cosas como el guión, la producción y la dirección. En una de las primeras escenas, cuando Mireau visita las trincheras, ese recurso técnico transporte de cámara del personaje hacia atrás, es jodidamente magnífico. Representa un estupendo control sobre la cámara y el espacio de la filmación; a través de su trayectoria, notamos cómo va refinando su estilo técnica. Los diálogos salvaguardan la peculiaridad de Kubrick, cuando Páris insulta a Roget por asesinar a su compañero de patrulla, ese empleo de palabras altisonantes se verán en una futura película suya llamada: Cara de guerra.

       En esta ocasión, no se puede hablar de algún personaje secundario que haya arrebatado los créditos de protagonista –pos sus méritos actorales- a Kirk Douglas (Dax). Podríamos hablar del destacado actor Timothy Carey (Ferol), el enjuiciado por cobarde. 







       En la trama, va implícito un sentimentalismo crudo, pues, no da tiempo a digerir dicho sentimentalismo, y, eso lo arregla cuando Arnaud se muestra ofensivo con el cura que va a ultimarles el espíritu. Detalles como este se encuentran en varios de los filmes de Kubrick, algo que también miraremos en ESPARTACO.

       El juicio por los cobardes, es una burla hacia las sociedades que se basan en esos métodos, obviamente aquí los presentan desde un punto de vista militar –recordemos, los militares tienen otras leyes distintas a las de un civil- y no perdamos la lógica del filme, que nos presenta el juicio como algo formal pero con fracturas que cuestionará el señor Dax. Esta manera tan elegante de Kubrick de burlarse de las sociedades, me parece un recurso que nutre su diferenciación con otros cineastas.









       Es interesante el juicio de Ferol, Páris y Arnaud, pues, ninguno de ellos se acobardó y sin embargo pagarán por el “crimen” de los que sí. Esta manera dramática de representar la injusticia militar, representa a la vez el sistema militar, la rigidez del mismo y su imposible alteración.

       Como vimos, dichos fusilamientos debieron llevarse a cabo, pues, así Broulard, tuvo la sensatez de enjuiciar a Mireau el fusilamiento. También notamos la cosificación del hombre en este tipo de sociedades y su total “alienación” con la guerra, les notamos tan naturalizados pero temerosos.








       Para terminar, el final es un maldito sabor a gloria. Esa epifanía de los soldados al escuchar a la mujer cantora alemana, al recitar una melodía propiamente inspirada en la sentimentalización que causa la guerra, me pareció un final intocable: no pudo ser otro.

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