Siguiendo
la línea de los aspectos técnicos, recalcamos –en los comentarios- la
superproducción con la cual contaba Kubrick. Esa habilidad de crear los
espacios necesarios, el campo que representa la travesía de la “gloria”, los
uniformes, la conglomeración de personajes secundarios…
También, es
menester mencionar el hermoso “zoom” que logra seguir la carrera de Dax (Kirk
Douglas) en el campo de batalla, esa magnífica escena donde mueren más de tres
cuartas partes, mirar, seguir el movimiento de la cámara (travelling) haciendo
un “zoom”… vaya: magnífico.
Siguiendo
detalles de principio a fin, notamos en la trama una composición lógica, pues,
sabemos está basada en un hecho real, pero, también intervienen cosas como el
guión, la producción y la dirección. En una de las primeras escenas, cuando
Mireau visita las trincheras, ese recurso técnico transporte de cámara del
personaje hacia atrás, es jodidamente magnífico. Representa un estupendo
control sobre la cámara y el espacio de la filmación; a través de su
trayectoria, notamos cómo va refinando su estilo técnica. Los diálogos
salvaguardan la peculiaridad de Kubrick, cuando Páris insulta a Roget por
asesinar a su compañero de patrulla, ese empleo de palabras altisonantes se
verán en una futura película suya llamada: Cara de guerra.
En esta
ocasión, no se puede hablar de algún personaje secundario que haya arrebatado
los créditos de protagonista –pos sus méritos actorales- a Kirk Douglas (Dax).
Podríamos hablar del destacado actor Timothy Carey (Ferol), el enjuiciado por
cobarde.
En la
trama, va implícito un sentimentalismo crudo, pues, no da tiempo a digerir
dicho sentimentalismo, y, eso lo arregla cuando Arnaud se muestra ofensivo con
el cura que va a ultimarles el espíritu. Detalles como este se encuentran en varios
de los filmes de Kubrick, algo que también miraremos en ESPARTACO.
El juicio
por los cobardes, es una burla hacia las sociedades que se basan en esos
métodos, obviamente aquí los presentan desde un punto de vista militar –recordemos,
los militares tienen otras leyes distintas a las de un civil- y no perdamos la
lógica del filme, que nos presenta el juicio como algo formal pero con
fracturas que cuestionará el señor Dax. Esta manera tan elegante de Kubrick de
burlarse de las sociedades, me parece un recurso que nutre su diferenciación
con otros cineastas.
Es
interesante el juicio de Ferol, Páris y Arnaud, pues, ninguno de ellos se
acobardó y sin embargo pagarán por el “crimen” de los que sí. Esta manera
dramática de representar la injusticia militar, representa a la vez el sistema
militar, la rigidez del mismo y su imposible alteración.
Como vimos,
dichos fusilamientos debieron llevarse a cabo, pues, así Broulard, tuvo la
sensatez de enjuiciar a Mireau el fusilamiento. También notamos la cosificación
del hombre en este tipo de sociedades y su total “alienación” con la guerra,
les notamos tan naturalizados pero temerosos.
Para
terminar, el final es un maldito sabor a gloria. Esa epifanía de los soldados
al escuchar a la mujer cantora alemana, al recitar una melodía propiamente
inspirada en la sentimentalización que causa la guerra, me pareció un final
intocable: no pudo ser otro.
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