Dos mil
uno, una odisea en el espacio, es el trabajo del arte visual por excelencia.
Kubrick el gran educador de los ojos mecánicos. Pulidor del detalle. La danza de
las naves espaciales con la gloriosa música de Richard Strauss.
Me serviré
un poco del documental sobre la vida y trayectoria fílmica de Kubrick para esta
reseña.
Kubrick,
uno de los cineastas que bien supo aprovechar de los estudios de cinematografía
millonarios. Así, nos regala el filme con la adaptación de la novela de Charles
Clarke.
Ahora, a
los detalles. La estruendosa música con la que da inicio, es una magnífica
apertura a la atención del espectador. El movimiento de los objetos están bien
trabajados. Una estética para satisfacer la sed del cinéfilo. Con esa
danza de las naves que contienen
hombrecitos que, en algún momento del filme parecen obsoletos, más la tenebrosidad
de Hall 9000, le dejan a uno cosificado.
Notamos
también un error en la producción tecnológica del hombre por dotar de tan
magnífico sistema de inteligencia a las máquinas que terminan por superarle a
uno. También enmarca la tradición del ser humano por echarlo todo a perder. Aún
el hombre en la luna y en Júpiter, hace sus desastres. Si uno mira el filme con
una postura de aceptar las analogías de Kubrick, terminaremos por aniquilar el
sentimiento humano –en un plano imaginario- y nos cosificaremos con esas
gloriosas imágenes.
Se sirve de
la psicología del color dentro de las naves espaciales, los trajes blancos e
impecables de los pobladores del espacio y esa retórica que dominan tanto los
hombres como la máquina Hall 900. Los diseños de las naves, nos dan un panorama
de lo que bien podría ser el futuro del humano y su estancia en el espacio.
En cuanto
al argumento del filme independientemente de la novela, vemos una
descomposición del tiempo de un modo intencional por parte de Kubrick. Hablo
del abismal espacio de tiempo que hay desde el homínido que nos presenta hasta
el hábitat del ser humano fuera del planeta que le sirvió para desarrollar esa
tecnología.
De la
primera escena se dice que Kubrick filmó con dos evoluciones anteriores al ser
humano para no destacar órganos sexuales para evitar una censura por parte de
las distribuidoras de filmes. Así, Kubrick se jodió a la crítica puritana.
Sabemos de
Kubrick y su ejercicio por tratar temas enigmáticos y distópicos del mundo y el
hombre, y aquí, me parece supera la controversia creada con su anterior filme
D.R. Insólito. Deja muchos cuestionamientos el filme a los espectadores, pero,
para ello, es bueno saber de la novela original y de los argumentos que intentó
comunicar Kubrick.
Esto, ni
nada desacredita el magnífico trabajo de Kubrick. Le hemos seguido su
filmografía y no nos ha decepcionado en ninguna ocasión. Podemos seguirle
confiando los siguientes filmes a mirar, pero, lo que sí podemos reclamarle es
dejarle a Spielberg el rodaje y dirección de: Inteligencia Artificial.