domingo, 23 de mayo de 2010

Brindemos por una muerte bella...


Son tiempos intolerables al amor, esa palabra que se invento para que poetas sintieranse amados y disponibles para amar, el gran mercado de circuitería humana, rollos de carne envueltos en bonita piel. Bocas mal habladas y mal acostumbradas a fantasmas de plomo, hueso y polvo, maquillaje de circo por vergüenza de la impureza de la que hemos sido guardados por el día anterior, llevamos pasos repetidos, pies huecos, inodoros sucios, obleas que recogemos del piso tocadas por saCERDOTES.

Brindemos en la pequeña reunión de la que nos hemos hecho partícipes, traigan sus propias copas, corte de cristal fino, champaña rosada, sirvanse por favor, elevenlas, choquenlas para que se quiebren y corten la circulación de las venas que, para que dejarlas largas, llevamos un gris en los ojos que nos impide comprometernos, encadenar los oídos a oxigeno contaminado por transeúntes que ignoran la belleza. Hoy no salgan de casa esos, hay inspección matriarcal, señora llamada amor, amor, que palabra tan exagerada, culpable de crímenes llamados pasionales, el inventor del amor cortés debe desayunar todos los días en su lecho de condena. El amor es lo mismo que buscar la ciudad de Tar, lo mismo que pisar los talones de Fando y Lis.

Después de retirarse de la fiesta repleten sus huecos del pecho, el del hambre y el que está arriba del hueco del hambre, con lo que sea llenenlo, por que el amor es un hambre espantosa...
Collage: Alexis Mackenzie
Texto: Viktor Ugo

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