lunes, 29 de marzo de 2010

Órbita...

Órbita

Dejo de saber para ser aprendido no conociendo el recurso que pueda hurgar mi atención. Moriré tan sabio como delgado sin conocer hambruna alguna. No podré comer la gentileza de la mujer si no cocina el espasmo del encanto. Sin belleza no hay poesía, sin poesía no hay mujer bella, sin mujer bella nos queda un poeta inservible. Estoy en la sombra por que ahí se hace el frió, en el terreno del sol está la claridad de mi rostro avergonzado, un rostro avergonzado es el espectáculo de no se cuantas gentes. Congestionado vivo los años, años de un pagano, universo pagano de un dios que no cree en nosotros, un dios que manosea la debilidad ajena.
No podría ser mejor un paisaje que no se mueve, unos ojos en coma. La opacidad del día lleva lágrima al infinito, el pozo del cielo llueve cuerdas con nudo ajustable para voluntarios. La vejez correcta; encerrarse en el baño a leer un libro y llorar mirando una fotografía en el espejo. El mar son piedras, gotas esporádicas que llueven al revés que se llevan las sonrisas del alma.
Se está arriba o abajo. Arriba o abajo comen todos por igual, pero no se digiere lentamente donde los alimentos son arrojados al azar del viento. Mueres de hambre o senil, la muerte es la misma en todos los ojos. Vienes al mundo y te envenenas con el fruto de tu árbol genealógico, te vas y cae una manzana, caigas o no, procura no tocar el suelo de aquel que cuenta las estrellas, mejor devora a la serpiente de un solo idioma, enciende el paraíso que no habrá poesía para esa mujer de tres letras, ven , a sentarte conmigo aquí en el mismísimo infierno donde yo te comprendo…

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