jueves, 29 de abril de 2010

Que bonito es un entierro...

Me explayo de noche, no se por que, quizás por el capricho de que nadie esta tocando mi puerta para traerme café, o tal vez por que si entra alguien o algo a mi habitación traiga un cigarro en la boca, ese humo lo detesto, prefiero las nubes ruidosas y esponjosas.
Antes de dormir espero un momento sentado en una silla de madera, esperando a que me desquicie la desesperación, sé que somos humanos y por tanto no tenemos inmunidad a los desastres, quizás me quede callado toda la noche, y no duerma.
No quiero volver a leer lo que escribo, quiero que muera de alguna forma de la que nadie conozca, para que no hagan velorio alguno, para que se olviden de lo que nunca conocieron. Yo tengo la culpa, por ser tan miedoso, por temer tener sombras que ya no me sigan cuando necesite compañía, o cuando la luz solo este arriba del cielo…
Una ocasión me pregunte; ¿ para que sirve la música?, que no todos somos músicos? Acaso no tenemos la capacidad para tener temperamento propio, se que es absurdo esto, pero en verdad fue uno de esos días en que estaba irritable por el calor de abril. Los niños deben ser felices, se les debe negar la verdad acerca del juego de los adultos, deben crecer con cierto grado de ignorancia para que sean felices, yo no miento, y si tuviese la oportunidad tendría que conformarme con ser niño, niño otra ves, como la vez que no pude serlo pero me quede encerrado en mi cuarto jugando con un valero y unas canicas. No deberían prohibirme ser feliz sólo por que soy mayor de edad, tengo cierto carácter que no me permite atenerme a comentarios de ninguna especie, especie por que hay unos tan extraños que habría que clasificarlos como híbridos o extraterraqueos…
No quiero filosofar tanto sobre la vida, por que siempre que lo hago se que no estoy conforme con nada, por que si hay algo que no se puede cambiar, hay que aprender a vivir con tal cosa, el dolor es dolor mientras dure, lo decía Jodorowsky, y creo que me hace falta un Jodorowsky que me grite todos los días, cada mañana, en cada café, en cada montaña, en cada escalón que bajo.
Quiero cerrar los ojos del cielo, nadie, pero nadie, ninguna persona, ningún animal merece ver tal perfección. La naturaleza es arte, arte de algún desconocido. Tiene un rostro muy cauteloso, y llora a cascadas.
Quiero una gran recompensa por ser solitario, ni un soliloquio ni un monologo se que no será grande tal recompensa por que no es un sacrificio, no lo veo así, lo veo como una parte de mi distorsión que algún día despertara de noche, de noche para contar cuentos para que no duerma yo.
Ahora temo a largas platicas, asesinan la vida privada. Por eso tomo café hasta llenar el pecho donde tengo dos huecos, uno de hambre y otro de no se que. Como odio conocerme tanto, pero como desprecio que me conozcan y aconsejen mi inestabilidad. A caso no respetan el autista que llevo en mis costillas.
Después de reflejar mi pensamiento como espejo publico en el que todos pueden asomarse hay que jugar el juego de la vida, maquillarse para el circo por que el circo es necesario, sino no sentiríamos la humanidad que nos atascaron hasta las entrañas nuestros padres.
Después de reflejar mi pensamiento como espejo publico en el que todos pueden asomarse veo la vida como un entretenimiento por que todo esta podrido, Tengo una canasta para llenarla de manzanas podridas y comerlas en casa, junto a los dibujos de mi pared. Sabían que; estamos acostumbrados amar la vida, pero no por que estemos acostumbrados a la vida, sino por que estamos acostumbrados al amor, pensamiento de Nietzsche… Después de reflejar mi pensamiento como un espejo publico donde todos pueden asomarse juego con mis huesos blancos, que se coman la carne que les queda, mis nervios necios, mi medula… mi todo…

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