domingo, 5 de septiembre de 2010

Fabula.

Ahora por solista, vamos a remendar las heridas cascabelicas. Dormir con lengua de fuera, y a tropezar los pasos que quieren asustar. Ni una calada más, por ahora vamos a ser víboras malditas, desierto inundado de sol, donde los animales morirán uno por uno hasta quedar nosotros; las víboras. Las manadas llaman atención, dejan ausencia por donde se arrastran, así vamos acabar, tan torpes de sol, tan torpes de angustia, tan torpes de sol y de angustia, tan jorobados al hacer el llanto por que estamos tan solitos que cuando queremos llorar nos arrancan los hombros.
Calavericas víboras, cascabelicas maldiciones, animal del señor demonio, para mostrarse amable y suculento, llamemos amable a cualquier señor, el señor que nos arranca los cascabeles, el señor que nos arranca los cascabeles para subirlos a la montaña donde pide un deseo, un deseo, el más triste, un deseo el más triste que es; bajar sin espanto ni risa....
Cuando vayan a la montaña no maten a las víboras, no amenazan, son territoriales, antes de cortar el cascabel mejor corten sus cabezas, cabezas suyas...

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